Si te concedieran un único deseo y pudieras pedir cualquier cosa, ¿qué pedirías? Tómate unos segundos y date permiso para reflexionar bien la respuesta.

Todos hemos visto películas en las que ante la posibilidad de ver cumplido un deseo, los protagonistas hacen peticiones sólo basadas en sus miedos y problemas personales. Pero estoy convencida de que si realmente tuviéramos la posibilidad, la gran mayoría, elegiría deseos para el bien común.
Hace unos días tuve un sueño en el que me encontraba una pequeña esfera luminosa, como un pequeño sol de unos 3cm de diámetro, que volaba ante mí como una mariposa. Quería cazarlo y alguien a quien no veía, me decía: “¡No lo toques! ¡Es muy peligroso!”
Pero yo sabía que esa esfera podía conceder un deseo y estaba dispuesta a correr el riesgo. Con una especie de malla metálica lo atrapé y rápidamente me dispuse a pedir mi deseo:
“Deseo que la naturaleza invada el mundo entero. Que haya pequeños huertos familiares por todos los rincones del planeta y que el pueblo reconquiste la soberanía alimentaria”
La pequeña esfera luminosa explotó en luz y se apagó, transformándose en una pequeña esfera rocosa. Mi deseo se había concedido y mi corazón rebosó de alegría.
Me desperté realmente sorprendida por mi reacción en ese instante. Parece que aquello que me suele preocupar en el día a día no tenía ningún interés cuando la parte del cerebro que rige la lógica se desconecta mientras soñamos. ¿De dónde salió ese deseo? No era algo que yo hubiera reflexionado previamente, así que claramente provenía de mi corazón.
Y es que mi corazón sabe que la reconexión con la naturaleza es lo único que puede salvarnos de la autodestrucción. Y creo que si nuestras necesidades básicas están cubiertas, recuperamos un montón de energía y de espacio mental, que podemos reenfocar en acciones creativas.
Me imagino todas las fachadas de los edificios convertidas en auténticas huertos verticales. Todos los áticos transformados en vergeles. Y las calles repletas de flores, plantas aromáticas y árboles frutales.
Si todos tuviéramos asegurado nuestro sustento, nadie aceptaría condiciones injustas en el trabajo por miedo a morir de hambre. Ni soportaría a un jefe tirano sólo por alimentar a su familia. Nadie cambiaría todo su tiempo a cambio de dinero y comenzaría a disfrutar de los pequeños placeres de la vida. Muchos dejarían de estar preocupados y enfadados constantemente, dando paso a una alegría natural contagiosa por todo el mundo. Se dispararía la creatividad, se reducirían los crímenes, se fortalecerían las relaciones y nos encontraríamos ante una nueva sociedad basada en la confianza, en la colaboración y en el amor.

Algunos dirán que vivo “en el mundo de la piruleta” y que eso no es posible. Y en su realidad es cierto, ya que no harán nada por cambiar la situación actual del planeta. Pero en MI REALIDAD, esto es posible. Y elijo trabajar día a día para ver cumplido mi sueño. Nosotros ya estamos plantando más árboles de los que necesitamos, porque sabemos que también necesitan comer los animales salvajes. Cultivamos más de lo que necesitamos y cuando tenemos excedente lo compartimos con nuestro entorno con mucha alegría. Porque sabemos, que si no compartimos se pudre y no queremos desperdiciarlo.
En una misma comunidad de vecinos, uno puede plantar zanahorias, otro tomates, otro patatas, otro judías… y así, entre todos pueden abastecerse de los alimentos básicos sin problema.
Prepárate porque esta nueva y mejorada realidad se irá instaurando en el mundo entero. Al fin y al cabo, la esfera de mi sueño lo concedió y elijo creer que así será.